Jesús Tirado firma esta crítica de Miembros fantasma en la revista Clarín, nº 105:
Jesús Tirado
MIEMBROS FANTASMA (EDITORIAL HAKABOOKS.COM)
Autor: Santiago Fernández Patón. 10 euros edición limitada papel/7,95e-book 117pp.
Se repite mucho en nuestro país la verdad de que se publica demasiado y se lee muy poco. Proliferan las pequeñas editoriales, sobre todo ahora, cuando el libro digital es ya una realidad. Así las cosas, resulta difícil para el crítico literario espigar un verdadero valor en ese abarrotado ambiente. Hakabooks.com es una de esas pequeñas editoriales, con un catálogo heterogéneo y desigual, que va del ensayo a la literatura infantil y también para adultos. Y es ahí donde ha aparecido Miembros fantasma, primera y más que notable novela del escritor afincado en Málaga Santiago Fernández Patón (1975).
El título de la novela ya nos remite a la metáfora que va servir de hilo conductor en la historia paralela de los dos protagonistas, Rubén y el propio narrador, quien se vale del ruido en los oídos -“acúfenos”- que el primero comienza a sentir sin un motivo aparente. Si un miembro fantasma es ése que se siente después de haber sido amputado, esta novela habla de cuanto creemos perder a lo largo de la vida, desde amigos o parejas, hasta nuestras ideas más consolidadas sobre el amor, la muerte o la sexualidad. Y decimos “creemos perder” porque, igual que ocurre con los miembros fantasma, todo ello lo seguimos sintiendo, puede que soterradamente, pero no tanto como para evitar que aflore en forma, por ejemplo, de esos acúfenos.
Fernández Patón entrevera la historia que cuenta el narrador sobre su amigo Rubén con la suya propia, y aquí quizás encontramos alguna falla. Si la intención del autor es valerse de una sola voz para contar dos biografías, a veces el lector no logra distinguir claramente de quién se nos está hablando. Echamos en falta tal vez giros propios para referir cada una de las dos historias, matices diferentes en cada caso o, incluso, personajes con menos similitudes en varios rasgos fácilmente resolubles, como la edad o algunas aficiones comunes.
En cualquier caso, se trata de una voz que se implica, pero que sabe mantener una distancia tal como para narrarnos la muerte de la madre de Rubeń en la infancia -en uno de los episodios más sobrecogedores de la novela- o el silencio frente al aborto de la antigua pareja del narrador sin apelar en ningún momento a sentimientos planos o condescendientes. Por el contrario, encontramos un autor que maneja con tino los silencios, las corrientes subterráneas de su historia y el detalle elocuente antes que la frase explícita, todo lo cual exige una lectura atenta.
Huye esta novela deliberadamente de reacciones previsibles, de reflexiones manidas e incluso descubrimos, sin salidas de tonos ni aspavientos, ciertos rasgos alejados de la moralidad dominante -así los motivos de la ruptura de Rubén con su pareja- que aceptamos con una asombrosa facilidad. Esto se debe, en buena parte, a la prosa, por momentos hipnótica, de la que se vale Fernández Patón.
Miembros fantasma, que a priori puede resultar una novela dura, cuenta con rasgos de ironía y humor y con ese prisma distanciado que consigue lo que, sospechamos, era la intención principal de su autor: la complicidad de un lector que puede reconocerse en aspectos universales, pero al tiempo cierto clima de “desafectación” y una indudable singularización de sus personajes y entorno -a fin de cuentas en eso consiste la buena literatura- que evita cualquier morbo o incluso, por mucho reconocimiento que hallemos, cualquier identificación.
Demuestra Fernández Patón en este debut sobradas cualidades. El acierto en el tratamiento del tema, en su prosa medida, en la estructura, en el avance hacia un final que logra amalgamar los dos cauces narrativos sin sobresalto alguno y, además, la creación de un mundo personal, son rasgos más que suficientes para saludar Miembros fantasma como una extraordinaria carta de presentación para un autor del que debemos esperar una fructífera trayectoria.