El 30 de septiembre, coincidiendo con la presentación que haremos en La Casa Invisible de Málaga, sale a la venta Península, editada por Mitad Doble. Os dejo el prólogo:
ANTECEDENTES
Escribí Península durante mi último curso como estudiante de Periodismo, hace casi veinte años. No sé si son muchas o pocas, depende cómo se mire, las certezas que conservo de aquella época, pero sin duda la de seguir escribiendo novelas ha resistido.
Desde entonces he residido en distintas casas, en varias ciudades y algunos países. Por eso resulta sorprendente que, hará unos cinco años, encontrara en una carpeta de cartón un montón de disquetes, y en uno de ellos una pegatina con esta palabra: «Península». Quizás siempre había sabido que estaba ahí. No me engaño, nunca he dejado de sentir al joyero Benito Menlao como una compañía cercana. Su historia, casi dos décadas después de que la escribiera, la he llevado adherida cada vez que me sentaba a escribir. La razón es bien sencilla, Península es la primera de mis historias que aún me merece un juicio benévolo.
Si no recuerdo mal, al terminar el curso la envié a varias editoriales, y durante todo el verano, tras licenciarme y abandonar mi trabajo como corrector en una editorial universitaria, viajé por las principales capitales europeas. A la vuelta, me esperaban en casa las cartas de rechazo, como sin duda tenía que ser, y en algún momento metí ese disquete en una carpeta.
Península no tiene nada que ver con lo que después he escrito -lo haya o no publicado- ni seguramente con lo que vuelva a escribir. Esta breve y atemporal distopía, que transcurre en una pequeña península apenas separada del continente por un escarpado istmo, es una alegoría sobre el riesgo de ver solo aquello que nos enseñan -nos adiestran- a ver, y de las consecuencias de rebelarse en solitario contra ello. Sí, ha llovido mucho desde entonces.
Cuando hace cinco años encontré ese disquete, reescribí buena parte de cada una de sus páginas, y en esta ocasión el archivo acabó almacenado en un carpeta virtual. Península era algo demasiado íntimo, algo que quedaba entre Benito Menlao y yo, y en todo caso, algún día, podría mostrar a algunos buenos amigos. Nada mejor, por tanto, que haya encontrado esos amigos en Málaga, mi ciudad adoptiva, y en el seno de la asociación Mitad Doble, que recientemente ha comenzado una nueva andadura en su pasión literaria mediante este proyecto editorial.
Solo espero que Península esté a la altura de esa pasión.